lunes, 3 de agosto de 2015

Islandia día 1: Rejkavik- Hvolsvöllur

Merche en el faro de Garöskagi
Este año tocaba Islandia. Desde que lo decidimos en nuestro grupo de viaje, nos íbamos haciendo la idea de que íbamos a visitar algo descomunal en cuanto a la fuerza de la Naturaleza encarnada en un territorio. Islandia, mal traducida porque en realidad debería ser país del hielo - Iceland -, es en resumen tierra de agua y fuego...Pero la superficie helada contando sobretodo los glaciares que contiene, supone el 14% del territorio de Islandia. Solo el glaciar de Vatnajokull en la parte sudeste de la isla, supone un 8% por si solo ene superficie helada.

El avión - esa es la pega - sale muy tarde,  las 12 y media de la noche, llegando a Rejkavik de madrugada. Entre lo mal que se duerme en le avión, y que las cortinas del hotel no tapan la luz del sol de medianoche, una noche mal aprovechada en sueño que esperaremos poder recuperar en los días sucesivos.
Luego vimos que la principal pega del día siguiente fue recoger el coche de alquiler, una furgo transporter de 9 plazas 4x4, que nos llevó dos horas por problemas varios.

Así que inmediatamente que tuvimos el medio de transporte nos lanzamos a la aventura de recorrer lo pactado en el día.

Y vamos directamente al oeste de Rejkavik para recorrernos la península inerte - Reykjanes - del sudoeste de la isla. Llegando a Garour nos vamos al faro, para después recorrer paralelos al mar hacia el sudoeste, la península.
Pasado el área del aeropuerto, nos acercamos a Hafnir. Pasamos por una zona llenísima de unas gaviotas muy típicas, vuelan en manadas! gritando continuamente! de cabeza negar y picó puntiagudo, que paraban en la carretera y nos obligaban a parar el coche para no atropellarlas. En algún momento aquello parecía la película de Hichtcock de los pájaros, porque algunos volaban en dirección al coche y se apartaban en el último momento. También vimos algunas muertas en la carretera por conductores que no las esquivaron o no estuvieron atentos.

Pasado Hafnir paramos en el principio de la falla que separa la plataforma eurasiática de la americana. Cada año se separa 2 cm. Curioso de ver.
Muchos asiáticos haciéndose fotos dentro imitando la famosa foto del chico que parecía estar aguantando el puente que la cruza con los dedos.

Interior de la falla. Más adelante la volveríamos a ver ya e el círculo de oro



Reiniciándose el camino, vemos fumarolas a lo lejos, que nos delatan de la presencia de zonas calientes que escupen agua caliente y azufre. Es la zona geotermal de Krisuvic en explotación, donde hay una pequeña laguna azul al lado del complejo del color azul turquesa típico que le confiere el sílice que reacciona con el agua y las rocas volcánicas.
Es impresionante ver como sale agua hirviendo de una de ellas, y de como los alrededores no se pueden pisar porque la temperatura del suelo estaba 100 grados con restos de azufre y una laguna azul se podía observar. La zona esta explotada en cuanto a energía geotérmica, algo que en Islandia pueden presumir de que les sobra.

Una columna de agua hirviendo de unos 2m desde una pasarela de madera



Seguimos ruta hacia el punto de inflexión para tomar el sur de la isla, Grindavik. Antes no dejamos de ver los famosos acantilados junto a un faro, donde sus escarpadas paredes dan cobijo a centenares de gaviotas. A partir de ahí, el paisaje empieza lentamente a cambiar.
De unos parajes inhóspitos y casi desérticos con terrenos sin casi vegetación con coladas de lava donde se deben haber rodado sin duda escenas de películas de ciencia ficción, pasaremos a teniendo el mar al lado a nuestra derecha, a verse una vegetación muy apta para el ganado caballar y ovino preferentemente. Dejamos para el último día, la famosa laguna azul que pasamos de largo.


Suaves praderas con flores, vegetación exuberante y verde pero sin árboles, que se alternan con colinas en un terreno casi plano, en el que se divisan las típicas granjas de paredes blancas y techos rojos, que se pueden ver en las fotos turísticas de Islandia.

Nos dirigimos a destino de pasar las dos siguientes noches en Hvolswöllur, punto de partida de todas las maravillas que nos quedan por descubrir entre glaciares, volcanes, cascadas, ríos, y naturaleza viva como ballenas y frailecillos que sin duda impregnaran nuestras retinas.

Antes haremos una parada en un pueblo de pescadores típico, Eyrarbakki, donde ya enfilaremos de un tirón hacia el hotel que nos espera, de amplia habitación y de espléndida cena como después pudimos comprobar. 
Hay un paseo marítimo desde donde se pueden apreciar cisnes salvajes - una de las tantas zonas donde se ven cisnes salvajes en Islandia - aunque el viento y ferio que hace no hace muy agradable estar subido y expuesto.

Preparado el plan para el día siguiente, nos acostamos relativamente tempranos, hacia las 11 de la noche. Toca madrugar al día siguiente para cumplir el programa.


Las iglesias luteranas son muy típicas en el norte de Europa









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